Somos seres
espirituales que por algún motivo decidimos vivir una experiencia humana. El por qué no lo sé, cada uno tendrá su razón, pero en principio pienso que sería básicamente como vivir un acontecimiento en el cual, además de tener la oportunidad de conocer algo diferente y
quizás fascinante por lo primitivo, primario
o elemental de nuestro mundo, también nos permitiría un aprendizaje considerable
y un entendimiento de una raza un tanto insólita, capaz de los mayores
prodigios y de las más horrendas atrocidades, además de servirnos como
recordatorio de que cuando disfrutamos algo por derecho propio a veces hay que
despertar y ver las cosas desde otras posiciones para procurar no caer en una
suave y cadenciosa rutina celestial que nos impida valorar lo que poseemos a la
par de continuar con nuestro amaestramiento.
Sería algo así como si a un instructor se le permitiese ser alumno en una
materia que no domina y que durante el tiempo que dura el curso tuviese que
someterse a otras leyes, culturas y pensamientos diferentes que podrían a su
vez estimular su inteligencia o cambiar su enfoque sobre la vida. Ver nuestro
universo material desde una postura diferente es más bien un reto y también una
posibilidad de conocer mejor a los seres que en él habitan para conseguir una
inestimable situación a la hora de poder ayudar y de comprender.
Como un niño con un cuaderno en blanco y muchas ganas de
aprender, valoro lo que tengo y lo que represento y aunque compaginar esa parte
animal y material con la parte espiritual ya nos da bastantes quebraderos de
cabeza debemos de ser conscientes de las múltiples aptitudes que poseemos para
ser inteligentes y para poder penetrar dentro de las situaciones y cambiarlas
pues nuestro desarrollo espiritual nos permite disfrutar de la capacidad de ser
felices a pesar de las circunstancias, de buscar el lado bueno de las cosas, de
darle la vuelta al mundo, en definitiva, de encontrarle un sentido a la vida,
pero también nos exige reconocer que somos responsables de nuestras acciones y
que cada acto tiene una consecuencia.
Por lo tanto ser conscientes de nuestra propia libertad
conlleva una gran responsabilidad, pues implica aceptar que además de ser
enteramente responsables de nuestros actos y siendo obvio que ya no podremos
echar la culpa a los demás bajo ninguna circunstancia… el tener la certeza de que cada decisión que
tomemos repercutirá sobre nuestra vida y paralelamente sobre la de
muchos otros. También debemos tener presente el hecho de que aunque a lo largo
de nuestra existencia cometamos muchos errores, el reconocerlos e intentar
subsanarlos nos hará más fuertes y también nos ayudará a desarrollarnos y a
madurar. En definitiva, yo soy la única que puede controlar mi futuro y
hacer que las cosas cambien. Así que si reflexiono sobre mi persona, veo
sencillamente que lo mejor que puedo hacer es elegir en cada situación de mi
vida, de entre todas las opciones que tengo, la mejor para no hacer daño a
nadie ni repetir los mismos errores del pasado y lo que puedo hacer por los
demás, además de ayudarles en la medida de mis posibilidades, es no herirles el
corazón y que la finalidad de mi existencia es conocerme a mí misma pues no se
trata de buscar a otra persona sino a nosotros mismos y nuestra propia
tranquilidad espiritual y que este gran proyecto hará que todo marche bien en
nuestras vidas porque al fin estaremos de acuerdo con nosotros mismos, con lo
que somos y con quienes somos en realidad. Ayudar y respetar a los demás, amar
la naturaleza, el silencio, buscar dentro y encontrarte a ti mismo y darte cuenta de que no te
conocías… pensar que lo que querías para ti era solo un mundo finito y reducido
a la fama, al dinero, al poder…y descubrir que estabas equivocado y que hacía
mucho tiempo que en tu interior ya habías elegido y que lo que realmente
ansiabas y te hacía feliz era buscar y disfrutar de aquello realmente
infinito…del amor, la amistad, la solidaridad, la compasión…es lo que en realidad nos hace libres.
Posiblemente en el mundo haya muchas personas negativas,
personas que ven la vida desde distintos puntos de vista, desde distintos
prismas, y a pesar de que nos hacen la vida difícil también nos son necesarias
pues nos muestran sin querer que ese es el camino equivocado y que nuestra ruta
ha de ser otra diferente y que la felicidad está a la vuelta de la esquina
esperanzo agazapada para ser nuestra compañera.
A medida que te vas haciendo más espiritual y vas cambiando
poco a poco tus prioridades, te sientes más integrado, aunque parezca un
contrasentido, en un mundo del cual
nunca has estado más lejos pues tus antiguos intereses no lo son ahora,
comprendes y valoras más a las personas, te afectan mucho los sentimientos de
los demás, aunque no los conozcas, aunque estén muy lejos… sientes dolor cuando
la naturaleza se rompe y hasta llegas a saber cosas tan dispares como por
ejemplo si una semilla germinará con solo mirarla, todo esto pasa porque te
vuelves sensible y receptivo, comprendes a las personas y buscas cada por qué,
te preocupan situaciones que posiblemente aquellos que te rodean ni siquiera se
hayan planteado y llegan hasta ti como olas que estallan en tu interior los
sentimientos que te hacen comprender que la vida no es como tu creías y que
debes comenzar a replantearte las cosas. Puede ser que a medida que esto sucede
tiendas a encerrarte en ti mismo y no llegues a comprender por qué los demás no
muestran el mismo interés que tu y sientas igualmente que a medida que tu
espíritu se llena, tu mente lejos de aclararse se inunda de montones de dudas
que hacen que continúes digamos
“investigando” o replanteándote situaciones, no sabes en qué momento comenzaste
a acercarte más a la naturaleza y a las personas… que te llenan y te inspiran,
aunque todo esto, lejos de asustarte, te ayuda a avanzar y a creer en ti y en
tu espiritualidad… este es el momento de aceptar… y dejar que sucedan... las cosas extraordinarias.
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