De repente, un buen día alguien me dijo ¿Cómo te sientes? Y no me preguntéis el porqué, pero en ese momento, esa simple pregunta me hizo replantearme toda mi vida.
Y es que me sentía enfadada y no me estaba dando cuenta de que la mayoría del día lo pasaba estresada y en tensión… la otra parte... estaba durmiendo.
¿Qué me estaba pasando? ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Era esa la única
forma que tenía de relacionarme con los demás?
Y no me sentí nada contenta de mí misma.
A partir de esa simple
cuestión y después de una exhaustiva reflexión, comprendí que en esta situación
jamás me sería posible disfrutar de la vida. Así que comencé a replantearme las
cosas de otra manera intentando interpretar todo lo que me sucedía desde lo que
verdaderamente sentía, estudiando mis reacciones y basándome en ellas. De
manera que, si no consideraba que estaba siendo positiva, reorganizaba mis
cosas y les daba todas las vueltas necesarias hasta que, finalmente comprendía
cual era la situación que me había llevado a actuar de aquella manera e
intentaba corregirla.
“Dale la vuelta y piensa en positivo” me decía cuando comenzaba a
pensar “mal” sobre los demás o sobre mí misma, y la mayoría de las veces
funcionaba.
Las emociones deben ser
una guía de aprendizaje para nuestras vidas y un indicador de si hemos
conseguido vivirlas en la forma que realmente deseamos. Y aunque somos más
propensos a sentir lo “malo” que lo “bueno” siempre debemos observarnos e
intentar comprender porqué estamos actuando de la manera en la que lo hacemos.
Deberíamos percibir lo
negativo como algo grande y espantoso, pero lo más frecuente es que ni siquiera
nos demos cuenta. Estamos tan acostumbrados a que la vida nos vapulee, que no le
prestamos la atención debida, ni le damos importancia, porque en los tiempos
que corren casi aceptamos que tener estrés, tristeza, amargura, sentir dolor o
rabia, celos, miedo…es algo normal para nosotros.
Y cuando por fin logramos sentir algo positivo, entonces nos parece
que es demasiado efímero o lo ocultamos en nuestro interior con la esperanza de
que no se vaya, sin embargo lo dejamos escapar con una facilidad asombrosa.
Somos muy propensos a luchar contra
corriente; no obstante, a veces nos falta la pasión y nuestras vidas parece que
se han quedado estancadas en un mundo cruel en el que cuando bajas la guardia,
alguien o algo te “ataca” para que no progreses ni encuentres tu equilibrio. Pero esto no es
culpa de los demás, lo que sucede es que
enfocamos las cosas entorno a lo material y nos creamos “ilusiones de lo que
queremos” basadas en la materia de las
voluntades. Por ello, a menudo, insatisfechos con
lo que tenemos, ambicionamos más: más diversión, más trabajo, más lujo…y caemos
en la desmesura de una pasión equivocada, por eso cuando sentimos que no
avanzamos, nos frustramos.
Apreciamos y entendemos el mundo a través
de las emociones que nos aportan gran cantidad de información necesaria para
nuestra existencia. El problema comienza
cuando las dejamos dominar, siendo habitual que, aquellas que
son más negativas, cojan las riendas de nuestra vida y nos guíen por caminos
oscuros y difíciles minando nuestras ganas, nuestra voluntad y nuestro coraje.
Todos sentimos miedo, rabia, nos
alegramos o nos entristecemos a menudo, aunque de manera diferente pues, aunque
las emociones sean inherentes al ser humano, cada cual las vivirá a su manera. Cada persona vivirá
su vida según las emociones que más lo dominen, de modo que actuaremos, en la
mayoría de los casos, automáticamente y sin dudar, en el camino que ellas nos marquen; porque las emociones fuertes son capaces de apoderarse de nosotros y no dejarnos
pensar ni decidir.
A menudo creemos que nos conocemos muy
bien y que nadie sería capaz de conocernos mejor que nosotros mismos. Yo creo
que no es del todo cierto, porque a veces, los que conviven con nosotros nos
conocen demasiado y hasta podrían llegar a manipularnos a través de nuestras "evidentes" maneras de actuar. Alguien de nuestro entorno con carácter
manipulador sabrá decirnos las palabras adecuadas para que nuestro resorte se
ponga en marcha y satisfaga sus necesidades. Cuidado, hemos de ser más listos
que todo eso y no caer en nuestras propias redes.
Dicho esto y como parece que no podremos deshacernos de nuestras compañeras emocionales, lo que debemos hacer es aprender a controlarlas y a vivir con ellas pues son una fuente de información muy valiosa para nosotros, ya que cada una de nuestras emociones responde a una necesidad y cumple una función en nuestra vida.
Preguntándonos como nos sentimos cada día y dándonos a nosotros mismos una respuesta verdadera, sabremos como moldearlas de manera que podamos darles la vuelta, haciendo que trabajen a nuestro favor, sin dejarlas llevar la batuta de nuestra existencia. ¿Qué como se hace eso? Con mucha paciencia, sin duda.
Las podremos controlar a través de
nuestra voluntad. Volviendo nuestros pensamientos hacia nuestro interior sabremos encontrar un yo diferente al yo externo, un yo más auténtico y al que habitualmente tenemos olvidado. Las emociones son necesarias para sobrevivir en el mundo material, sin embargo, el mundo de nuestro interior se rige de otra manera.
A menudo hay personas que se sienten
ansiosos o deprimidos a pesar de que lograron todas las metas que se
propusieron en la vida o gran parte de ellas, pero si estas metas fueron
materiales, con seguridad que no consiguieron aportarles toda la felicidad que
anhelaban. Todos tenemos tormentas en nuestra mente, solo hemos de aprender a controlarlas
mediante el reconocimiento de nuestro valor como seres espirituales llenos de sabiduría
y bondad.
Debemos plantearnos que existen
otros caminos en nuestras vidas más sinceros y auténticos, buscando aquellas emociones
que nunca nos dejarán en evidencia.
Hola mi nombre es cristina y yo creo que lo que dices es mentira soy una persona que he pasado mucho pero que mucho en la vida y aun lo estoy pasando para querer mejorar estao positiva y visualisando lo que yo quiero que se me cumpla mis sueños y nunca , nunca se me cumplieron y vuelvo a caer en la tristeza la soledad y namas es llorar y llorar porque veo que por mucha positivida imaginarme mi felicidad nunca llega y de tanto querer y no ver resultados vuelvo a mi tristeza yo creo que aqui ya cada uno venimos con nuestra cruz y la mia es muy negra te parece poco no tener dinero ni para comprarle a mi hija diabetica tipo 1 insulina ni alimentos ni ropa me quitan el piso no tengo trabajo y tampoco puedo trabajar porque tengo rehuma astroci y dos discos del cuello machacado y soy separa y el padre de mi hija no le pasa manutension ninguna ni la vez desde hace 3 años y todo eso lo he puesto muchas , muchas veces en positivo me veia que me tocaba un cupon pagaba mi casa y a mi hija le compraba su medicacion y su comida y el padre la veia y le pasaba su manutension , pero pasan los dias los meses los años y no veo nada . Pues vuelvo a la realidad y solo veo como estamos mi hoja y yo y solo tengo lagrimas dolor y mucho coraje y encima la ley no obliga al padre a nada porq supuestamente no trabaja y esta insolvente y no pueden hacerle nada y yo que soy su madre y estoy peor que el y saco en lo que puedo a mi niña o la dejamos que se muera de asco . Soy una madre muy triste y sin felicidad ni alegria ninguna.
ResponderEliminarHola Cristina, eso que me cuentas es bastante triste, pero no debes desanimarte. Yo intentaría una lucha social, que todo el mundo se entere de tu posición y de que el padre de tu hija no hace nada por ella. Las lágrimas en silencio no podrán sacarte de donde estás, solo tu valentía podrá hacerlo. Cuenta tu realidad a todo el que quiera escuchar, y también a todo el que no quiera, hazlo público, acude al ayuntamiento, a los servicios sociales, a organizaciones de apoyo, a las redes sociales, cuéntalo a todos, a la familia del padre de tu hija, a los periódicos...
EliminarYa verás como muy pronto recibes la ayuda que necesitas.
Un abrazo muy fuerte y gracias por ser tan valiente.