jueves, 5 de enero de 2017

La senda que aún me queda por recorrer.



LA SENDA QUE AÚN ME QUEDA POR RECORRER

    Además de los rasgos físicos, aunque no lo creamos o no hayamos pensado en ello, las emociones también se heredan, es cierto que algunas se aprenden, pero las más arraigadas seguramente las hemos heredado. Las emociones manejan toda nuestra vida, es más solemos repetir siempre el mismo comportamiento con los que nos rodean sin darnos cuenta. ¿Es que no os habéis preguntado por qué a veces nos suceden las mismas cosas una y otra vez y no podemos salir de ese círculo vicioso? Seguro que sí.

    Y si bien es posible que un dolor muy grande o un suceso familiar desafortunado se vaya pasando de generación en generación hasta que alguien sea capaz de reconocerlo y ponerle remedio, también es cierto que muchas cosas son aprendidas a través de la familia o del entorno y nada tienen que ver con la genética emocional.

    Y la maldad ¿también se hereda? posiblemente, sin embargo como ya he apuntado antes, los factores sociales también influyen o tienen mucho que decir sobre nuestra conducta y sobre nuestra forma de “ver” o de enfrentarnos a la vida.
Por eso, si estamos genéticamente más predispuestos hacia el mal, la cólera, la ira, la arrogancia, la violencia, la impaciencia, la inestabilidad, el miedo, el odio o la pereza, será nuestro deber o razón de ser el encontrar la manera de controlar esos impulsos más ancestrales y finalmente hallar soluciones. El tener la valentía necesaria para aprender de nuestros errores y retomar de nuevo el camino sin escudarnos en si me ha tocado el gen de los celos o de la crueldad y que por eso soy así, es una proeza muy grande, la cual no deberíamos negarnos pues nos ayudará bastante en el camino hacia nuestra evolución como seres humanos y espirituales.
Mi mente, mi espíritu y mi corazón valiente me ayudarán a controlar mis emociones para que pueda ahondar en el origen de mi dolor y poder así superarlo y ser feliz. No me vale escudarme en “yo soy malo y por eso hago cosas malas” o en “es que es violento porque se parece a su abuelo”, no. No me gustan las etiquetas, pero tampoco me gusta que la gente se rinda.

    Nuestra finalidad en la vida es encontrar el propio equilibrio y la armonía mientras recorremos la espinosa senda que nos llevará hacia el conocimiento, el amor y la libertad. Pero éste es un trabajo bastante duro, así que no perdamos más el tiempo y pongámonos manos a la obra desde ahora.
La verdadera libertad comienza en nuestro interior y está llena de matices que habremos de conjugar perfectamente para conseguir el ansiado equilibrio, de modo que lo mejor sería empezar por observarnos a nosotros mismos y comprobar lo cerca que estamos de ella.

    A menudo pienso en las cosas que hago bien y en las que hago mal. Seguramente haré más cosas mal que bien, pero está claro que es imposible que alguien, por más que se lo proponga, solo haga cosas malas. No obstante es normal que seamos un mar de dudas o que tengamos demasiadas inseguridades como para ver claro cuál es nuestro sendero y por dónde deberíamos empezar a recorrerlo, por eso os propongo que penséis en cada una de las cosas que a continuación os voy a plantear y siendo honestos con vosotros mismos, reconozcáis el grado en el que estas verdades se cumplen o aparecen en vuestras vidas. Por mi parte soy un verdadero desastre, lo reconozco, pero nunca paro de intentarlo, desde luego que tesón no me falta, así que estoy segura de que al menos voy por buen camino.

    Lo primero que debemos hacer es amarnos a nosotros mismos. Aunque nos cueste hemos de amarnos tal y como somos, reconociendo lo que no hacemos del todo bien y aquello que deberíamos corregir o cambiar. Si tenemos la capacidad de comprender y reconocer esas cosas en las que flojeamos, ya habremos avanzado la parte más larga del camino y ahora solo nos quedaría aprender a corregirlas. Y no pasa nada porque nos equivoquemos muchas veces, es normal ya que a veces nuestro ego nos guiará por sendas imposibles, aunque por supuesto, éste es otro obstáculo a superar.
Debes darte permiso para creer en ti mismo y en tus capacidades y aprender a compartir, con una sonrisa, claro. Y si a esto tan importante le añadimos su condimento especial, saber pedir perdón y perdonar, tendremos la vida casi solucionada.
Pero si aprender a amarnos a nosotros mismos no es tarea fácil, aprender a amar a los demás es todavía peor, especialmente a los que nos caen mal, sin embargo esto no quiere decir que debamos tolerar todo aquello que los otros quieran hacernos, pues entonces eso ya no sería amarnos, ni amar. Amar es ser tolerante y ayudar, pero también es saber decir no y basta, ya está bien.


    Es muy nuestro eso de hacer suposiciones a priori sobre la gente, así que a partir de ahora, mejor vamos a preguntar primero, a intentar comprender y a aceptar los resultados sin enfadarnos de repente y cerrarnos a la comprensión. No des nada por hecho ni actúes a la ligera. Cada vez que nos veamos inmersos en situaciones nuevas no deberíamos dejarnos engañar por aquello que vemos a primera vista, por eso es muy importante llegar a una verdadera comprensión sobre las cosas.

    Cuando hablamos, los demás reaccionan a nuestras palabras y por descontado, nosotros a las suyas. Si nuestras palabras son dulces y amables, cada vez encontraremos más dulzura y más amabilidad en nuestro entorno. Cuando estoy triste o enfadada o tengo dolor me cuesta comunicarme con agrado, sin embargo lo intento porque con una sonrisa se llega mucho más lejos que con mil caras largas. Cuando tenemos miedo nos ponemos alerta y reaccionamos en consecuencia, ya sé que muchas veces es muy difícil superar nuestros miedos y nuestras frustraciones, no obstante nunca deberíamos dejar de intentarlo pues, cuanto más lo intentemos mejor nos saldrán las cosas. Tened en cuenta que cada vez que seamos capaces de superarnos o de superar un trauma o un miedo nos sentiremos verdaderamente dichosos de nuestro logro y eso nos aportará una sensación de seguridad maravillosa.

    Ahora quiero recordarte la importancia de ser impecables con nuestras palabras, a veces es mejor callar y no decir cosas que realmente no sentimos o de las que después podríamos arrepentirnos. Sé muy prudente, aprende a callar a tiempo y sobre todo aprende a escuchar porque así podrás identificar todas las señales que la vida te brinda. Sigue el camino correctamente y nunca desfallezcas, pero si alguna vez lo haces, si crees que has perdido la fuerza y caes, no te atormentes, recupérala, vuelve a levantarte y continúa con tu búsqueda. Y por supuesto, haz siempre lo máximo que puedas, por ti mismo y por los demás.

    Escuchar a nuestras emociones es bueno pues a través de ellas nos conectamos con las realidades del “universo invisible”.
Ten la voluntad necesaria para crear las cosas que desees que sucedan y visualízalas como un hecho, porque si luchas por lo que deseas y haces todo lo que está en tu mano para que suceda, sucederá. Si tu voluntad es firme para superar todos los obstáculos o retos que aparezcan en tu vida, seguro que pasarán cosas fantásticas y conseguirás lo que deseas. Pero debes ser humilde y tratar con respeto todo lo que te rodea y por supuesto, nunca debes dejar de creer en ti o en el mundo. Siendo equilibrado en tus decisiones y manteniendo siempre una actitud positiva hacia la vida conseguirás todo lo que te propongas. Ayuda a los demás todo lo que puedas, pero no te inmiscuyas en sus vidas y no intentes controlarlo todo porque no podrás, es más, esa fuerza que quizás uses para el control, la podrías utilizar en otras cosas más beneficiosas para ti y para los otros. Ten fe en lo que haces y piensa que tu palabra y tus hechos son muy importantes, sé consecuente con ellos y construye tu vida día a día con amor, con esfuerzo, con ilusión y sin prisa.

2 comentarios:

  1. Es maravilloso las enseñanzas y consejos que trasmites en esta publicación. En lo personal voy a intentar llevar adelante lo que expresas y agradezco de corazón tu noble intención de ayuda a quien lo entienda y valore. Saludos desde Montevideo, Uruguay.

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  2. Muchas gracias Adolfo. Saludos desde España.

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