Es fácil hacer que el cuerpo descanse, la dificultad llega
cuando intentamos hacer lo mismo con el alma…
Me gustan las
mariposas porque son frágiles y fuertes, porque pueden cambiar y saben cómo
hacerlo, me gustan porque son libres y tienen ese extraño poder de iluminar con
su magia todo lo que tocan, son como los ángeles de la tierra. Me gustan porque
representan el frágil equilibrio de la vida y a la vez la fortaleza del espíritu,
y también, porque son bellas y porque sé que jamás me harían daño. A veces somos
un poco como ellas, si alguien nos aprisiona, casi morimos por dentro, y a
medida que cae el polvo de nuestras alas, vamos perdiendo la fuerza y la
ilusión…
No hubo pena en su
alma mientras cedía a su bebé como regalo a su cuñada…y aunque no la soportaba,
deseaba hacerlo y a cambio sabía que tendría su recompensa, solo era un
capricho más…no le hizo falta pensar en la agonía que sufriría la niña, ni en
la sensación de abandono, no importaba mucho… Las dos decían que eran mis madres,
pero ninguna me trató como una hija. Me pasé años preguntando, sin comprender
el por qué y sin obtener respuesta…pero ya me voy haciendo una idea.
Durante mucho tiempo tuve miedo…aunque no me sentía sola…porque en mi mente infantil imaginaba, que muy cerca
de mí, al otro lado, había una mamá buena, de luz, que me cuidaba y me quería,
que no me abandonaría y jamás dejaría que me sucediese nada malo. Con esta
convicción procuré ser valiente y enfrentarme a mis miedos, aprendí a perdonar e intenté con todas mis fuerzas
superar mi dolor, un día decidí que ya
no habría más miedo en mi corazón y me lancé sin temor a buscar mi propia vida…Con
el tiempo ese ser de luz que yo creía una mamá pasó a convertirse en Ismael, mi
guía espiritual, el que siempre está a mi lado, ayudando y apoyando exactamente
igual que al principio.
Anhelaba estar con
mis hermanos a los que prácticamente no conocía y quería vivir y compartir con
ellos lo que dulcemente imaginaba como una vida “maravillosa” llena de amor
fraternal, quería compartir sus secretos, sus experiencias y sus emociones, en
definitiva, quería formar parte de una familia de verdad. Ansiaba la vida familiar y la había mitificado
como algo idílico en la que los hermanos se peleaban, claro, pero se amaban
tanto y compartían tantas cosas que inmediatamente todo quedaba perdonado. Pero
todos esos “sueños” quedaron así…. convertidos en sueños.
Lo intenté de todas las maneras que sabía, y algunos de
ellos también lo intentaron, pero no fue posible, pues tenían sus secretos y su
complicidad, en definitiva, sus cosas… y yo no sabía jugar a ese juego. Aunque
no penséis que me desanimo…
Si queremos, tenemos
paciencia y tesón y de verdad lo intentamos, podemos cambiar y hacer que la
rabia, el rencor o el dolor que llevamos dentro y que podría obligarnos a hacer
o decir cosas que quizás no deseemos, se libere y salga fuera convertido en
algo bueno.
Antes pensaba que las personas no cambiaban nunca, que era
muy difícil o prácticamente imposible y que solo a veces si lo intentaban mucho,
lograban descansar un ratito de ser como eran, pero ahora no estoy tan segura,
pienso que no es fácil, pero que siempre hay valientes dispuestos a cambiar, no
se cambia por dinero… pero si por amor, porque el amor es la fuerza de la vida.
Para intentar cambiar hay que estar plenamente convencido de
que lo deseamos, saber el por qué lo hacemos y tener en cuenta que quizás
podamos caer muchas veces, pero que también podemos levantarnos y lograrlo porque somos muy valientes, además
contamos con la ayuda inestimable de los seres de luz que siempre nos apoyan y
están dispuestos a darnos todas las facilidades para que lo logremos.
Cada uno de nosotros
tenemos algo que aprender, a veces me pregunto qué pasa si se nos va la vida y
todavía no hemos aprendido, pues sinceramente, creo que tendríamos que repetir
curso y volver para hacerlo mejor. Puede ser que el destino de una persona mala
no pueda cambiarse… aunque tal vez su destino sea encontrar “una verdad” que la
ayude o la obligue a cambiar.
Me gusta volverme
hacia adentro, hacia ese espacio misterioso que todos tenemos cuando cerramos
los ojos y expulsamos los pensamientos de la mente, en ese momento soy yo, mi
alma queda libre… y soy muy feliz.
Debemos disfrutar de cada momento de nuestra vida y volar
libres desde dentro, con la satisfacción del deber cumplido poco a poco…Es
tarea diaria perder los miedos y hacer que
nuestra luz crezca y nos haga brillar cada vez mas…
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