domingo, 26 de octubre de 2014

Hay seres de luz aquí, conmigo



HAY SERES DE LUZ AQUÍ, CONMIGO

Hace varios años que mi esposo guarda una cajita de música como su tesoro más preciado, y la tiene en tan gran estima porque fue la herencia de una persona a la que él quería muchísimo. La cajita era antigua y se había estropeado, y aunque para él no había perdido su encanto, al abrirla, no había música, ni bailarines para saludarte a través de su danza, ya que el dispositivo para dar cuerda estaba roto, motivo por el cual era imposible hacerla funcionar.

Al poco tiempo de conocernos y sin saber que dicho objeto existía sentí una extraña inclinación a hablarle, en medio de una conversación cualquiera, de una cajita de música roja que él tenía guardada y no me había enseñado, entonces, con cierta precaución, le pregunté si era posible verla.

Él se puso un poco triste y con mucha sorpresa me preguntó cómo lo sabía, ya sabes, le dije, esas cosas mías…Pero como no hacía ademán de sacarla y mi percepción aumentaba a cada instante hablándome del objeto, decidí intentarlo de nuevo.

-Yo sé que no funciona porque tiene la cuerda rota, pero alguien desea que la abras.

-¡Eso no puedes saberlo! ¿Cómo sabes que está rota? ¿Cómo sabes que existe la caja?

-Sé que es una cajita de música roja y que está rota, no importa, pero alguien que te quiere desea que la abras, por favor, ¡Saca la cajita!

Ante tanta insistencia, lentamente, como no queriendo recordar ni sentir aquel dolor punzante que volvía a su corazón de nuevo, de lo más profundo de un cajón, sacó una bonita y antigua cajita roja de música decorada con motivos chinos.

-No funciona desde hace muchos años, dijo, la cuerda está completamente rota, no sé para qué quieres que la abra, no tiene sentido.

-Ábrela por favor y no preguntes, alguien desea hacerte saber que te quiere y que está muy orgullosa de ti.

En aquel momento, una lágrima perdida asomó a sus ojos y salió peregrina a recorrer su cara. Con el rostro ensombrecido y el regusto amargo de un corazón dolorido, escaso de fe y sin albergar ninguna esperanza, finalmente se decidió a abrir la caja.

Y para asombro de ambos, comenzó como a lo lejos a sonar la música de la película del “doctor Zhivago” y tímidamente, abriéndose paso entre las sombras de los años, una pareja de bailarines apareció en escena dando vueltas sin cesar, al principio lentamente y después como si el viento los empujase, llenos de brío volaron bailando al compás de aquella hermosa música.

Mi esposo que en aquellos momentos apenas pudo reaccionar, mandó un beso al aire con la mano y como un desconsolado niño comenzó a llorar…Después…me contó la historia de la cajita.

Más tarde, intentó varias veces hacerla funcionar, incluso en diferentes ocasiones, sin embargo, el alma que le regaló aquella cajita, sólo se acercó ese día para hablarle con amor sobre mil cosas que él ya sabía y sobre mil recuerdos que él ya tenía. Conserva su cajita de música, sí, y la conservará siempre, pero os puedo asegurar que aunque la abra mil veces, los músicos ya no volverán a bailar para él a menos que “alguien” decida volver a darle otra bonita sorpresa.

Tras este suceso, quedó automáticamente convencido de que yo era un poco “rara”, “extraña”, “inaudita”…aunque ignoraba hasta qué punto. Sin embargo, desde ese momento comprendió que hay lugares no muy lejanos a nosotros dónde habitan, disfrutan y nos esperan nuestros seres queridos y que, aunque no podamos verlos no tiene importancia pues realmente, sabemos que están ahí y esto nos ayuda a comprender y a continuar con esa parte de la vida que nos ha tocado vivir sin ellos.


2 comentarios:

  1. Susy cada vez me asombro más ante tu percepción y premonición???. Que bonita la historia de la caja de música.
    un abrazo. Montse.

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